miércoles, 23 de marzo de 2011

Carta para una amiga maxicana...

Te escribí esta carta mientras estaba en el monasterio este fin de semana.
"Mi querida coco. Este fin de semana tu país ha estado corriendo por mi sangre y de alguna manera sutil, has llegar con tus palabras mis sentimientos a nuestros amigos en común, muchos de ellos que todavía no conozco pero pronto podré abrazar. Te cuento.
Estaba pasando unos días medios negros por distintas razones, entre ellas, tantos eventos dolorosos por los que está atravesando nuestra querida tierra, más otros personales, que no tienen ninguna importancia ya que ellos siempre llegan y luego se van, como el océano que trae en sus mareas olas mansas y otras violentas.
Por esa razón, decidí venir a encerrarme donde acudo algunas veces, a un monasterio donde me acogen con generosidad y pureza. La experiencia en sí no te la contaré ya que si quieres la lees en el blog, (si es que no te aburre), el punto es que me puse en un momento a conversar con el Padre Beno, un joven cura de ojos puros y cara limpia, limpia de verdad, esos rostros que no albergan vanidad ni grandeza, rostros que no están contaminados por las suciedad que va esparciendo el ser humano, muchas veces sin quererlo. En fin, me preguntó qué escribía tanto y le dije, una novela que estoy por terminar y quiero presentar primero en México y luego en Chile a lo que respondió, ¿Y por qué en México?, bueno, le dije, “primero porque me han invitado desde hace mucho tiempo, porque es un país que amo…, la verdad es que no sé bien porque tanto, pero es así y porque allá hay gente que quiero mucho”, luego me mostró su más amplia sonrisa y me dijo, “sabe, usted tiene toda la razón, México es un país que ama la cultura, a pesar de todos sus sufrimientos la defiende, sobre todo las letras, tiene razón, México es un país para amar”, me sorprendió su respuesta  por lo que le pregunté, “Usted ha estado en México”, “no, no, yo soy un humilde cura, pero sí he leído mucho, y uno al leer entiende las virtudes y los defectos de los países, así como de las personas, y una de las cosas que he aprendido es que México es un país que cuida las letras”, lo miré y sonreí con cariño. “Es verdad padre, piense que fueron ellos quienes reconocieron antes que nosotros a nuestra Gabriela Mistral”, “!ve!”. Ambos sonreímos y lo dejé haciendo sus cosas, yo volví a regar unos cardenales que me encontré en el camino y me suplicaron que les diera agua. Los cardenales también me recuerdan a México. Será que en otra vida nací allá y tú acá.


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Patricia Gómez

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